lunes, 13 de septiembre de 2010

Las Gordas defendemos nuestro derecho a serlo...


Juzgar a la mujer más por su apariencia que por sus valores es una costumbre tan común y arraigada que se podría pensar que sus orígenes se remontan a la época en que la humanidad vivía en cavernas. El ideal de belleza femenino era entonces la obesidad, que prometía una descendencia numerosa y unas reservas físicas suficientes para aguantar la durísima vida de nuestros ancestros.

La obesidad es una enfermedad, como también lo es el modelo actual de belleza, que presenta una imagen de mujer con un cuerpo sin formas, las mejillas hundidas y una palidez enfermiza. Millones de niñas, adolescentes y jóvenes de todo el mundo intentan acercarse a este ideal que se presenta en el mundo occidental asociado al triunfo, la fama, la elegancia, el poder' y la felicidad.

Anorexia y bulimia son las dos caras más extremas de los problemas que padecen millones de mujeres en su afán por parecerse a los grandes iconos de la moda y el espectáculo, para lograr así el prometido éxito y felicidad.

Las dietas milagro, las pastillas para adelgazar, los laxantes, los alimentos 'light', los gimnasios y los centros de belleza son un negocio seguro, mientras la cirugía estética gana cada vez más adeptos. En muchos casos, la mujer que no logra, a pesar de sus esfuerzos, acercarse al manufacturado ideal de belleza, pierde autoestima y seguridad en sí misma. La irrealizable aspiración de lograr un cuerpo de modelo puede llevar a la infelicidad, la depresión y los desarreglos alimentarios.

Defender el derecho a ser gorda es un paso más en los avances de la mujer dentro de la sociedad. Hay mujeres cuyos genes las hacen delgadas y otras con una constitución fuerte, y a todas ellas lo que mejor les sienta es lucir una belleza saludable.

Como parte de las iniciativas para evitar que niñas y jóvenes se conviertan en esqueletos vivientes, pasarelas de moda como la de Cibeles, en Madrid (España), o la de Milán (Italia) 'cuyo lema es 'delgadez no es igual a belleza'- rechazan a las modelos cuya masa corporal no se corresponde con su estatura y edad, así como a las menores de 18 años.

Reclamar el derecho a ser gorda y a sentirse orgullosa de serlo es más difícil de lo que podría pensarse. Parece que la familia, los amigos y el entorno social se alían para empujar a la mujer a dedicar mucho tiempo, esfuerzo y dinero, no a cuidar su salud, sino a perseguir una imagen inalcanzable.